MATERIALES
¿Alguien responderá?

 

¿ALGUIEN RESPONDERÁ?

Alicia Fernández.

 

 

Acreditar no mundo é o que mais nos falta;

nós perdemos completamente o mundo, nos despossaram dele.

Acreditar no mundo significa principalmente suscitar acontecimentos,

mesepequenos, que escapem ao controle,

ou engendrar novos espaços-tempos,

mesmo de superficie ou volume reduzidos.

(...) É ao nivel da cada tentativa que se avaliam a capacidade de resistencia

ou, ao contrário, a submissao a um controle.

Necessita-se ao mesmo tempo de criação "e" povo.

Deleuze (1992).

 

 

RECORDAR ES DESPERTARSE

¿Para qué contar una vez más lo que vivimos?

 

Para no olvidar (se).

Recordar es no olvidar(se)

 

El verbo "olvidar" se conjuga: "yo me olvido" o "yo me olvidé". Si bien podemos decir, por ejemplo: "olvidé decirte que...", para hacer referencia a algo olvidado nuestro idioma guarda la sabiduría de siglos y nos hace decir  "me olvidé".

Si olvido me olvido. Me ausento de mí al vaciarme del recuerdo:  "Me acuerdo" o "No me acuerdo"  lo confirman. Si "no me acuerdo"  hay algo de mí que no acuerda conmigo. Recordemos además que en portugués "Acordar-se" es despertarse. Y así es. 

Recordar es reencontrar-se. Es volver a pasar por el corazón. Es resignificar. Hay quien dice que todo recuerdo es una invención ya que requiere un autor que signifique.

Significar es atribuir sentido, producir sentido. Como dicen en portugués "fazer sentido":  "Isso faz sentido para mim".  Así es. El sentido se produce, no está allí, las cosas no tienen sentido de por sí, las palabras, los silencios, los hechos, los errores tampoco. El sentido es una construcción que requiere un espacio "entre". Entre las subjetividades. Entre el acontecimiento como pregunta y la respuesta que intentamos darle. El sentido es intersubjetivo.

El sentido se produce desde el saber personal.

Sin embargo,  la singularidad del saber se produce por un entramado que cada uno realiza con los aportes de los saberes de los otros... 

otros cercanos en tiempo y espacio, de quienes sabemos nombre y apellido

otros ausentes en tiempo y espacio que nos prestaron palabras y se fueron sin dejarnos sus nombres.

otros que abandonaron sus ideales, que los dejaron caer.

otros que perdieron sus sueños,  sueños que "otros" tomaron junto con "nos", formando diversos "nosotros".

 

 

A LA FALTA DE ORTOGRAFÍA

LE FALTA UN MAESTRO QUE LA HAGA HABLAR.

 

"Uma arte que nào emcubra mas revele"

(M.A. AFFONSO MOYSES -2001-)

 

La intervención psicopedagógica al reconocer sus límites se potencia porque sin proponérselo "llama" por sus fracturas, a otras miradas. Pero tales fracturas cobran sentido de "llamadas" cuando se pone el saber en acción. Si no van unidas al poner el cuerpo, tales fracturas  pueden impotentizar al psicopedagogo.

 

Gran Buenos Aires - Fines de Abril de 2002

Escuela Pública. Gran proporción de alumnos (niños y adolescentes) hijos de padres destituidos del trabajo.

Funciona allí un comedor escolar que atiende a más de 200 alumnos, para muchos de los cuales ese almuerzo había pasado a ser la única comida diaria desde tiempo atrás.

 

Cuando las clases comenzaron en marzo del 2002 a muchas escuelas no les llegaban los insumos para preparar la comida. Esto sucedía unos meses después de haberse tornado estrepitosamente visibles las consecuencias para la Argentina de haber sido "la mejor alumna", la más obediente y aplicada a las instrucciones del F.M.I..

 

Voy a relatar lo que vivencié en unas 4 horas de un día y otras dos de otro día en una de esas escuelas. Para muchos docentes que pasan junto a los alumnos casi todas las horas de sus días,  mi relato no será novedoso, ni pretende serlo. Sólo quiero mostrar algo de lo mucho que aprendí en tan poco tiempo.

 

Una tarde en la Asamblea del barrio en el que vivo una asambleísta nos cuenta que en la Escuela en la que  trabaja como Orientadora Educacional, ante la desidia de los gobernantes,  los maestros fueron manteniendo el comedor con su magro pecunio pero que "ya no dan más". No sólo porque no es su función sino porque ni a ellos a veces les alcanza para comer dignamente. La Orientadora nos invita a ir a la Escuela.

Al recibir tal convite yo respondí con un error y un acierto. El error: pensar y decir que como psicopedagoga no tenía nada que aportar. El acierto: saber y decir que debía ir como ciudadana (en ese momento asambleísta).

Algunas personas me dijeron "no Alicia, no vaya allí que los chicos van armados, es peligroso". Sin embargo,  otros como la dueña de una librería cercana me alentó regalándome una cantidad de libros con la Declaración de los derechos del Niño.

 

Esos libros fueron para mi un "objeto transicional", yo sentía que debía llevar algo ¿Comida? No era lo que me demandaban ni lo que yo podía dar. Pero no podía ir con las manos vacías... Probablemente me acordé de algo que ya había escuchado sin recordar pero sabiendo.

El saber opera así, cuando el cuerpo se pone en juego el saber lo sigue. Nunca al revés.

¿Qué es lo que había escuchado hace tiempo? decir a una colega que había viajado a Francia a visitar "La Casa Verde" de F. Dolto, que cuando llegó allí la recibió Doltó en persona y la invitó a conocer a los chiquitos internados y estar con ellos. "¿Qué puedo hacer yo, que soy extranjera y recién llego?" preguntó mi amiga. "Lleve algo en la mano" fue la única magistral respuesta de Doltó.

-¿Qué cosa?.

-Cualquier cosa

-¿Y para qué?

-Lo sabrás cuando estés con los niños.

Lo que yo llevé en la mano fue la Declaración de los Derechos del Niño.

 

 

Antes de las 8 de la mañana, cuando llegué a la Escuela ya había en la vereda varios de aquellos "adolescentes de navaja en el bolsillo". Al verme dijeron "¿Usted es la que viene por lo del comedor?". ¿Qué decirles? ¿si?, ¿no? No sabía y cuando uno no sabe lo mejor que puede hacer es decir: No sé. Eso les dije.

Ellos continuaron "Porque nosotros tenemos una solución... ve que somos grandes aunque a veces  a alguno le falte la comida podemos aguantar entonces pensamos que los de 7mo., 8vo. y 9no año no vayamos al comedor para que la comida alcance para los más chiquitos".

 

            Hacerlo saber...

el saber se hace saber en la vivencia de la intersubjetividad.

 

Indignación...

el espectáculo de algo indigno nos hace indignos.

 

 

Allí mismo aprendí algo que ya sabía, pero como sucede siempre para aprender lo que se sabe, se necesita pasar por la experiencia y encontrar a otro que con su gesto impredecible te lo haga saber. Lo hace saber, aunque él mismo no lo haya sabido y quizás no llegue nunca a conocerlo.

¿Qué fue lo que aprendí? Que el pensar si bien se ancla en el desear lo imposible[1] se pone en acción gracias a la indignación. Bellísimo sustantivo cuando se hace verbo:  Indignarse. Decimos "esto me indigna". Me hace in-digna.

Yo también me vuelvo indigna si presencio pasivamente una injusticia sin tratar de pensar algo diferente que me impulse a la acción, aunque no pueda anticiparla.

 

 

Adolescentes, señalados por muchos como "peligrosos" me decían "pensamos en no ir al comedor para que la comida alcance para los más chiquitos".

En ese momento para mí la gris vereda de la Escuela se iluminó. Yo no sabía qué hacer,  pero supe que tenía con quienes pensar. Además soy psicopedagoga y creo en la fuerza de la autoría de pensar y desear. Entonces la indignación puso en movimiento mi saber "Chicos, la Declaración de los Derechos del Niño se incorporó a nuestra constitución. Es el artículo número 75 donde impone al Estado la obligación de salvaguardar el derecho a comer, vestirse y educarse dignamente". 

 

Entramos a la Escuela. Nos recibieron la Orientadora Educacional y la Orientadora Social. La Directora ofreció el Comedor para reunirnos.

-¿Quienes?

-Todos los chicos de 8vo. Y 9no.

-Son muchos.

-Mejor. 

-¿Y los profesores?

-Que venga el que quiera.

 

Allí estábamos  en el Comedor. Las cocineras nos muestran lo único que tenían ese día para dar de comer a 220 chicos: 4 pequeñas latas de tomates y 3 kilos de fideos.

Los chicos iban entrando.  Pasaban sobre las mesas. El lugar es chico y comida no había  "pero aquí estamos" parecían decir. El ruido era fuerte, alcancé a escuchar la voz suave de una jovencita que decía: "yo sé lo que es pasar hambre".

-Tal vez Ustedes estén cansados de escuchar a adultos que vengan de afuera a decirles lo que deben hacer pero aquí hay una compañera que habló y pocos la escucharon.

-Dijo que ella sabe lo que es sufrir hambre- enunció un compañero.

-Bueno... no es ahora... fue antes... hace mucho pero por eso, yo sé lo que es sufrir hambre- siguió la joven.

-Chicos, podrán robarnos el derecho a casi todo, a la comida, al trabajo, a tener nuestra casa pero hay algo que nadie puede robarnos, sólo nosotros mismos, que es el derecho a pensar, desear y enunciar lo que pensamos.

-¿Y qué podemos hacer?

-Les quiero contar algo -dije y les conté- en el Nordeste de Brasil hay un pueblo llamado Asaré, donde la palabra sol significa muerte y la palabra que simboliza  vida es agua. El suelo es desértico y no deja crecer una planta, algunos paisanos deben caminar kilómetros para comprar agua. Allí utilizan la escritura como arma, la gente escribe lo que siente y piensa (los que no saben escribir lo piensan y se lo dictan a otro) y esas escrituras como ropa tendida al sol y al viento se cuelgan una vez cada tanto en la Plaza. Allí están los pesares hechos "pensares". Las escrituras no se venden ni se compran para ser leídas. Se exponen allí principalmente para compartir con los otros, para  hacer público lo que se desea y se piensa. ¿Qué les parece si aquí hacemos lo mismo?

Rápidamente aparecieron sogas y broches de la ropa por todo el comedor.

-Nosotros no sabemos escribir. Tenemos muchas faltas de ortografía.

-Chicos, escuchen, en los diarios escriben sin "faltas" de ortografía y escriben muchas mentiras!. Yo espero que Uds. escriban "verdades". No importa la ortografía.

 

EN LOS ERRORES DE ORTOGRAFIA PUEDE APARECER LO NO DICHO

 

Algunos en grupos, otros individualmente comenzaron a escribir. Papeles y papeles que se colgaban con broches de la ropa en las sogas.

 

 

 

Transcribiré una producción:

 

Para el gobernado de Buenos Aires:

 le pido al gobernador de la provincia de Bs. As. que done mercadería a las escuelas publicas para que las escuelas tengan comedores...los chicos puedan alimentarse en la escuela si no pueden comer en la casa. Esta carta la escriben dos alumnos de la escuela numero...... de Bs. As. que cursan 9.no año.  espero que lo lean.

       Ricardo y Ramón

 

 

 

Uno de los compañeros de Ricardo y Ramón observó que faltaba la "r" final de la palabra gobernador y grita burlonamente: "se comió una letra

 

Cuántas veces habré escuchado esa expresión! Pero ahora en medio de un comedor sin comida "fiz sentido para mi", hizo sentido para mi. Comerse letras. Alimentarse de letras, de palabras, cuando el alimento se retira... ¿Será una falta de orto (recta)  grafía (escritura) del que escribe o de los deberes de la sociedad para con ellos?.

 

 

Decimos: "Esperen chicos, vamos a leer lo que está escrito aquí: `Sr. Gober-na-do  de Buenos Aires...".

-Ah... dejalo así -dice quien antes se había burlado- el gobernador debería ser gobernado por nosotros .

-Y ¿quién lo gobierna? -pregunta un compañero-

Otro responde:  "Parece que el F.M.I.".

 

 

Ahí quedó el cartel. Escritura que al hacer visible una diferencia hace pensar. A veces lo que se sabe y no se conoce. Basta un simple mostrar la "falta de ortografía" para que el "hacer sentido" comience a trabajar.

Entonces Ricardo y Ramón deciden dejar expuesto el cartel. No habían pensado antes cuánto podía decir una falta. La "falta". La letra que "falta" puede producir un autor, si alguien la hace mirar y la mira como una pregunta por el sentido y no como una falta de sentido.

Ricardo y Ramón no habían pensado antes lo que estoy escribiendo. Lo hacen después. La obra produce al autor. No existe un autor allí agazapado para producir una obra. Es a la inversa. Porque para que haya autor necesitamos un ser que se considere autor. Un sujeto que se halle interesante y por lo tanto productor de cosas que pueden ser interesantes a pensar. Un ser que vuelva sobre lo producido. Un ser que no patina sobre sus obras (palabras, gestos, silencios, errores). Un ser, que escucha lo que otro dice a partir de lo que él produjo y si ese otro es un compañero adolescente el efecto se potencia.

El maestro que habla "a partir de" y no "sobre" lo que el alumno dice, permite al alumno sentirse autor. Cuando el maestro habla sobre lo que el alumno escribió, dijo, pintó... probablemente se deslice sin querer al juicio -positivo o negativo-.

 

Los  adolescentes van colgando sus escrituras en las sogas.

"La mayoría comienza con `pienso´, `pensamos´ y/o  `deseamos´" me señala María Benitez. Los alumnos comienzan espontáneamente a leer las producciones de sus compañeros. Julián, un joven apoyado sobre su hoja "mira al vacío".

 

Mira sin ver... a veces es necesario mirar sin ver para ver más allá de lo que se muestra.

¿Estará buscando otra cosa quien mira sin ver?

 

Estar en Babia...

Estar en la luna...

Mirar al vacío...

¿A.D.D.?

 

"Uma menina igual a mil

Que não esta nen aí

Tivese a vida pra escolher

Era tal vez ser distraída

O que ela mais queria ser".  C. BUARQUE

 

"Mira sin ver" podría decir alguien sin pensar que probablemente mire más allá de lo que ve y nos invite con su mirada a seguirlo. "Está en Babia" dirán otros. Siempre me preguntaré dónde quedará Babia, qué añoranzas llevan a un lugar tan lejano a muchos de nuestros jóvenes. "Está en la luna" dirán otros y yo pienso que el maestro por más que quiera no puede echar las "lunas" y "las Babias" ni los "vacíos" fuera del aula porque en ellos se irán sus alumnos, por más que sus organismos queden atados a los bancos.

 

Nuestra tarea es dejar entrar esas tierras lejanas y escucharlas.

 

 

DEJAR HABLAR AL HAMBRE

 

Volviendo a la Escuela, al comedor sin comida. Buen lugar para dejar hablar a la falta de comida. Continúo el relato: paso cerca de Julián, que con cierto desparpajo intimidante me lanza "No hice nada".

Tiene en sus manos la hoja blanca que le habíamos dado, la rasgó en los bordes con la violencia punzante que los lápices suelen tener en las manos de quienes no pueden o no quieren o no los dejan pensar, decir, escribir...  La hoja parecía tener como un marco deshilachado. Lo miro y miro su "página en blanco".

 

"Página en blanco" no es lo mismo que página blanca, en ese "en" hay algo. Una página blanca es un objeto, una página en blanco es un "subjetil". Es una página que alguien lanza como un proyectil  es una página subjetivad, es una página que habla con su silencio. Es una página a través de la cual alguien habla. Lo podemos oír si conseguimos "mirar sin ver". Lo podemos escuchar si escuchamos lo que no esperamos. Lo podemos oír si ponemos en juego nuestro saber, aquel que no sabemos que sabemos y aquel que creíamos que no nos servía para ese momento.

 

 

Julián continúa clavando la mirada en mí y su "no hice nada" comienza a "hacer sentido para mi". Entonces le decimos:

-No es cierto que no hiciste nada. ¿Me permitís tu hoja?.

 

Julián extiende su mano, nos la alcanza, la distanciamos y nos colocamos a su lado. Después de unos segundos Julián dice:

-¿Podés escribir lo que yo te dicto? Ahí en el medio no.  En un papelito chico como en los museos cuando ponen abajo del cuadro un letrerito.

Entonces Julián dicta: "Este fue mi desayuno hoy. ¿Será también mi almuerzo?"


 

 

"Este  fue  mi  desayuno  hoy.

¿Será  también  mi  almuerzo?"

 

 

 

"Ahora sí lo colgamos con los demás" dice Julián y lo exponemos en la soga.

 

Mientras tanto los adolescentes van caminando entre las sogas, leyendo los escritos de sus compañeros.

-¿Y ahora que hacemos? -pregunta alguien-.

-Podemos llamar a la televisión -responde otro-.

-No, ellos vienen sólo si se muere algún chico de hambre.

-Acá sólo se desmayan -dice bajito una voz femenina-

-y eso no le importa a nadie -sigue otra-.

-Ah! Nosotros hicimos una carta y podemos llevarla al barrio pidiendo dinero.

-No!! Yo no voy a  ir a pedir limosna -aúlla Juan-.

-Ya sé, cuando mis papás trabajaban yo iba a una Escuela privada y mandábamos globos con unos mensajes de paz y hasta una familia de Uruguay nos respondió. Podríamos así mandar nuestros mensajes. Quizás alguien nos responda.

-Pero nos van a decir "no tienen plata para comer y la están gastando en globos"

-Ah, no! Yo para eso sí voy a pedir plata -dice Juan-

 

Pasaron varios días. El equipo de Orientación, los maestros continuaron en la escuela. Los chicos también. Llegó el 25 de Mayo. Fiesta Patria.

Casi 200 años después de que el pueblo fue a la que es hoy la Plaza de Mayo para gritarle desde el Río de la Plata a los reyes de España: "El pueblo quiere saber de que se trata".

Pero en el 2002 el pueblo algo sabe de qué se trata y quiere decidir. Entonces, la fiesta escolar hace rebalsar la Escuela como nunca de padres, maestros, adolescentes, niños.

Los más chicos representan el 25 de Mayo de 2002 en la Plaza de Mayo. Algunos "hacen de piqueteros", otros de "maestros que marchan"... Todos de ellos mismos y cantan "queremos un país mejor".

 

En un momento se hace silencio y los adolescentes llegan en fila, cada uno de ellos trae en la mano un ramillete de tres globos, celestes los de los extremos y blanco el del centro. De los tres globos pende un hilo y del hilo una bolsa de plástico con tres  mensajes de los escritos días antes. El mediodía era límpido así que cuando los chicos soltaron sus globos subieron tan alto hasta ser puntitos en el cielo y desaparecer de nuestra vista. Momento estético.

Silencio.

De algunos ojos, masculinos y femeninos, caían lágrimas.

Un grupo de aquellos "adolescentes con navaja en el bolsillo", espontáneamente se reunió en círculo. Una voz dijo "¿Será que alguien responderá a nuestros mensajes?"   Y otra voz respondió "No sé. Lo importante es que nosotros lo pensamos y lo mandamos al aire. Lo conseguimos".

 



[1] Había escrito ya sobre esto en "Poner en juego el saber" un año antes. 

 

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