MATERIALES
El conocer y sus equívocos

 

 

 

            EL CONOCER Y SUS EQUIVOCOS. LO CO-DISCIPLINARIO.

 

                                Fragmentos extractados del

                                seminario "Consideraciones

                                Piagetianas".     

 

                              de JORGE GONCALVES DA CRUZ

 

 

 

            Los humanos soportamos una relación equívoca, conflictiva, problemática, con el conocimiento. No podemos pensar en las dificultades de aprendizaje, en el fracaso escolar, en las inhibiciones cognitivas o en las formaciones sintomáticas que pueden afectar el aprender, omitiendo aquella relación equívoca y sus visicitudes.

            ¿Dónde hallamos testimonio de lo que acabamos de afirmar?... En los mitos, en la filosofía, en la historia de las ciencias, en la clínica...

            Si leemos los mitos y aún los textos religiosos como producciones humanas que intentan dar cuenta  de la relación del hombre consigo mismo, con los otros y con el mundo, podremos constatar que la posición ante el conocimiento, sus límites, su ilusoriedad, etc, aparecen por doquier.

            Así, haber cedido a la tentación de probar los frutos del "árbol de la sabiduría" acarreará para Adán y Eva la pérdida de la vida edénica y de la inmortalidad, configurando el pecado original...

            Los intentos de Edipo de escapar a las certezas que el oráculo anuncia, no hacen más que precipitarlo en su cumplimiento inexorable.

            Las sucesivas transgresiones de Psiqué que no soporta desconocer, sea el rostro de su perfecto amante o el contenido de una caja con enfeites que debería entregar sin osar probarlos, le acarrean dolorosos castigos...

            El intento de Eco de omitir preguntarse porque Zeus la convoca para distraer a su esposa, acaba privándola de su palabra, reduciéndola a la ecolalia...

            La filosofía en una de sus áreas mas prolíficas, la gnoseología y la epistemología, vuelve sobre la cuestión del conocimiento, ¿qué es conocer?, ¿qué podemos conocer?, ¿cómo?, ¿para qué?.

            Todas las escuelas que muy esquemáticamente podemos ubicar en las vertientes del empirismo o del racionalismo, intentan responder a estas preguntas que insisten.

            La ciencia no escapa a estas cuestiones. Sus avances crean nuevos interrogantes. Ciertas certezas que se creen ya establecidas se desmoronan tarde o temprano revelándose como "catedrales de sentido" cuyo esqueleto no podía sostenerlas. Así, el determinismo debe ceder espacio a la indeterminación y el azar, por ejemplo.

            La clínica muestra, en la polifonía de las singularidades que la pueblan, que no hay respuesta ya construída que nos convenga enteramente, o cómo el deseo, aún en su vertiente epistemofílica,      horada, fisura, resquebraja, cimbronea, hace tambalear de vez en cuando, las comodidades que las certezas prometen...

 

            *  *  *  

 

            Lo multi, lo inter y lo transdisciplinario...

 

            ¿Complementariedad o suplementación?

 

En los casos en que conviven en un mismo espacio institucional (hospitales, escuelas, facultades...) profesionales de diversas disciplinas y pertenencias teóricas (medicos, educadores, psicólogos, analistas, etc.) la situación más frecuente es la de una simple superposición de sus intervenciones respectivas, incluyendo una cuota de lucha por espacios de poder. A esa "convivencia forzosa" suele reducirse lo multidisciplinario.

            Las propuestas interdisciplinarias suponen una articulación de las prácticas respectivas, en  tanto lo transdisciplinario apunta a  la producción de convergencias teóricas que den un marco común a las intervenciones, desde diversas disciplinas, pero eludiendo el posible hegemonismo de alguna. Ese posible hegemonismo supondría un enfoque reduccionista que, de instalarse, no hará más que esterilizar los aportes de las otras disciplinas. Pretendiendo esquivar este peligro, es muy fácil caer en propuestas ilusorias, apuntando a un ideal  de unificación de las teorias y las praxis, lo que presupone una especie de "compatibilidad" garantida de antemano, sólo provoca confusión y neutralización recíproca de las potencialidades productivas de cada disciplina.

            Tal vez podamos empezar a despejar algo de esta situación si asumimos que no se trata de complementariedad sino de suplementariedad. Cuando decimos "complemento" estamos pensando en elementos que están destinados a un encaje perfecto entre sí, como las piezas de un rompecabezas; cada disciplina tendría asegurado un lugar virtual pre-determinado, necesario y estático en el conjunto, en la unidad que advendrá tarde o temprano...y si algunas piezas no encajan...es que aún no hemos hallado su lugar o que hay que pulir un poco sus aristas.

            Esta complentariedad pre-asegurada supone un ideal de homogeneidad (son piezas del mismo rompecabezas) y completud: se iluminarán de sentido cuando se reconstruya el todo y cada una encuentre su lugar...

            Cuando pensamos en "suplemento" nuestra postura es otra estamos renunciando a un ideal de unidad y completud,- no solo porque nada lo garantiza - sino incluso porque limar aristas, borronear fronteras y esterilizar perfiles empobrece la productividad de cada enfoque en lugar de potenciarlos.

            La suplementación supone la creación y acepta la provisoriedad. Se trata de recurrir -como cuando la escalera de mano resulta corta y entonces ponemos una mesa debajo- a elementos que son heterogéneos y que reunimos para algún objetivo, donde cada uno de ellos suple, sin anularla, alguna limitación del otro en función del problema a resolver...pero sabiendo que su equilibrio es precario, su articulación es provisional, sus identidades diferenciadas permanecen ...

            En esas situaciones, ¿cómo soportar (en la polisemia de este término) la invensión de otros? ¿cómo potenciar las respectivas productividades? ¿cómo asignar en distintos momentos la responsabilidad de orientar las estratrgias de intervención a unos u otros profesionales participantes? ¿cómo no caer en la repetición de una "coreografía ya pensada", como declaraba hace poco un bailarín que decía que el compañero/a de baile "debe tener intuición y sensibilidad para entender lo que voy a hacer yo, que tampoco lo sé muy bien...".

 

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